Desde que estuve expuesta a la teoría del color, no deja de sorprenderme la manera en que se transforman los colores, dos primarios como rojo y amarillo en naranja, azul y amarillo en verde etc. y además, la impresión que el color da a las cosas a nuestro alrededor.

Pero realmente no fue sino hasta hace poco que me di cuenta el porqué esta maravillosa experiencia me causa esta sensación tan cálida y especial cada vez que la explico a un alumno.

En un viaje corto por carretera y al ir observando el paisaje, y pensando en todo lo que he estudiado y leído últimamente, tanto de los Jajamim como libros de diseño para preparar mis clases, tuve un pensamiento repentino y ahora pude unir todo.

El color es una manifestación de Hashem en este mundo, y por eso, al ver lo grandioso de esta manifestación, me emociono cada vez más.

AZUL

El azul, color que siempre en arte nos da la profundidad en el plano, es el color de nuestra atmósfera. Y el azul del hilo tjelet (en el tzitzit) que es el que recuerda las Mitzvot (Mandamientos), y el mundo eterno que es el que nos ganamos por cumplirlas.

El azul es el color que aleja los objetos en el plano, y tiene una actuación en los sentimientos sublimes del alma; es el color que nos indica el infinito, es el color del cielo...

VERDE

Los Jajamim (Megalé Amukot VIII) dicen que el verde es una manifestación de Rajamim (misericordia).

En el mundo natural, ¿qué color es el que más vemos? ¿Con cuál color simbolizamos a la vida?

Los Jajamim dicen que Hashem “se dio cuenta” que con puro din (justicia) el mundo no subsistiría, y entonces decidió manejarlo también con Rajamim. Eso es evidente en el color que más predomina naturalmente en Su mundo.

El verde es el color de la vida, es dinámico y tranquilo a la vez. Los psicólogos dicen que es el color más adecuado para inspirar tranquilidad, lo cual es beneficioso para el alma.

AMARILLO

El amarillo, que es símbolo de la energía en el mundo, es el color en el arte que nos da cercanía en el plano y además de ser el color simbólico del sol, es el color del trigo maduro, que es la fuente de nuestra energía.

Dicen los Jajamim, que en el momento en que el niño prueba el pan, estimula el proceso de Jojmá (sabiduría).

Dice Rabí Elazar Ben Azariá: ...Sin harina (pan) no hay Torá y sin Torá no hay harina (pan) (Mishná 21, perek III, Pirké Abot). Estudia la Torá, absorbe sus inmutables valores y profundas verdades, y pronto descubrirás que “hay pan” en las palabras de nuestros sabios: “Aquél que da la vida también proveerá el sustento para ella”.

El amarillo es el color de la energía en el plano, es el que acerca los objetos al espectador y el que da fuerza a cualquier color, junto a él, los demás colores se apagan.

El pan es lo que nos mantiene con vida, sin pan (o alimento) no hay nada. Lo más cercano que tenemos es el pan que nos da energía, después de eso, todo lo demás es posible. Pero hay que saber cómo usar esa energía.

Pero también puede ser un color que lastime la vista del espectador. Puede llegar a ser chillante y demasiado intenso. Hay que saber controlar el amarillo.

Esta energía, esta Jojmá (sabiduría) en el mundo, debe ser controlada y usada benéficamente, igual que cualquier energía física.

Hemos visto desafortunadamente lo que la Jojmá mal utilizada puede lograr.

BLANCO

El blanco de las nubes y de la nieve son puro Jesed (Bondad).

El agua no necesita explicación, es la fuente de nuestra vida, física y espiritual, pues “Torá hu maim jaim” (la Torá es Vida).

Y la nieve, como dice Rab Avigdor Miller en su libro “La alegría del conocimiento verdadero”, página 35: “La lluvia en el invierno cae en forma de nieve. Ésta cubre la tierra como una cobija de lana, pues el aire que está atrapado en la cobija de nieve es un aislante que evita el paso del hielo. El color blanco de la nieve repele los rayos solares lo que hace que se derrita lentamente. Sin la cubierta de nieve, el hielo mataría las raíces que hibernan en la tierra, así como los valiosos insectos de la tierra, que son esenciales para las funciones de la naturaleza. Al acercarse la primavera, la nieve se derrite gradualmente y abastece de agua a la tierra para la nueva temporada de vegetación. Imagínate una cobija de lana que te mantiene caliente durante la noche y en la mañana, cuando ya no la necesitas, te la puedes comer”.

El blanco realmente no es considerado color, sino más bien ausencia de color. Pero en él mismo contiene a todos los colores. El blanco es el inicio de cualquier trabajo, es la potencialidad de algo, es la nada antes del todo.

Hashem es Jesed.

ROJO

El Din (juicio, justicia) tan evidente para nosotros, en Rosh Hashaná, se expresa mediante las hojas de los árboles que cambian a rojos y naranjas en esa época del año. La señal de peligro, de sobresalto, la sangre... Es un color que no se ve tan seguido en la naturaleza, porque Hashem en Su misericordia, no maneja Su mundo con Din mas que en contadas ocasiones.

El rojo es el color de lo inquieto, el del ardor, de la vibración quemante, es un color atrevido, llamativo, es todo lo contrario del azul, es el color más material. En los pigmentos, o pinturas, es el color más caro.

GRIS Y CAFÉ

El gris y el café, que podrían ser considerados colores tristes y apagados o serios, realmente se logran por medio de la combinación de todos los colores en diferentes proporciones.

Esto nos indica su relevancia. Al lado de cualquier color puro, lo hace resaltar más.

La época gris del mundo es el invierno, donde aparentemente no hay vida. ¿Pero no la hay?

Es el descanso, donde la vida bulle dentro de la tierra; es la época en que los hombres, por el clima, se encierran en sus casas, y se nutren de familia, de Torá, de meditación; es la calma necesaria para poder seguir adelante en las siguientes etapas, con la vida hacia fuera, hacia la sociedad. En el campo, descansa la tierra y el campesino.

Y el regalo de D-os a Su mundo, las flores, las frutas donde cualquier color se puede encontrar y en cualquier tonalidad.

¿Podría existir nutrición en la fruta sin color? La función de las flores en nuestro mundo, ¿podría realizarse sin color? Yo no sé.

Lo que sí sé, es del placer que da a los sentidos esta gama interminable de colores. Si ésta fuera la única función, dar placer, pues la benevolencia del Creador es evidente.

El color es imposible de definir. La esencia del color es precisamente ésta, que sólo es. Y la única posibilidad de conocerlo, es experimentarlo.

Ahí radica lo sublime de Su expresión en el mundo tanto natural como en el arte.

Y Hashem es el Artista Supremo.

Esther A. de Geluda

NOTA: El artículo de Sara fue únicamente ficción. No un documento real.

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