En este número:

En una ocasión leí que la libertad es independencia emocional de hacer las cosas como se deben.

En estas semanas he tenido que estar con yehudim que no cuidan las Mitzvot de la Torá, con yehudim que no quieren saber poco o nada de lo que el estilo de vida judía puede ofrecerles.

Y lo lamenté tanto.

Yehudim maduros, jóvenes y niños que tienen un enorme potencial absolutamente desperdiciado en un estilo de vida que no les pertenece.

Yehudim que hablan y actúan como goyim (manejando conceptos que nada tienen que ver con lo nuestro, que hablan con groserías una y otra vez ya sin darse cuenta, que incluso manejan frases totalmente idólatras, y un muy largo, triste y lamentable etcétera).

En este tipo de ocasiones no puedo evitar recordar el cuento de unas águilas que fueron criadas como gallinas y que no podían remontar el vuelo a pesar de ser águilas. Así vi a estos yehudim: capaces de remontar alturas espirituales impecables empantanados en lodo y tontería sin saber (o sin querer saber) las profundidades a las que podrían llegar.

Yehudim que ante cualquier mención, superficial incluso, de algún concepto de Torá se hacen cómplices con miraditas maliciosas de: “Ya va a empezar” o “Qué flojera lo que está diciendo”.

Es profundamente decepcionante querer hablar con diamantes y ver que éstos se creen baratijas que se venden a granel en los mercados.

Lamentablemente yo no tengo ni la habilidad ni los conocimientos para hacerlos analizar un poco. Y más lamentable aún, es que frente a yehudim que tienen las mismas herramientas que yo, me sienta profundamente agradecida con Hashem de haber tenido el privilegio de acercarme a la Torá y ver el potencial que cada uno de nosotros tenemos.

La verdad me parece inadecuado que frente a baratijas externas (que por dentro son brillantes de la más alta calidad) yo me sienta agradecida de haber encontrado ese brillante para pulirlo. Me siento mal porque ellos también pueden hacerlo y no se han dado cuenta, y me siento mal que frente a su estilo de vida superficial yo me sienta bien por no estar más a ese nivel.

Me siento mal que haya más yehudim, o incluso goyim que sí cuidan sus 7 mandamientos, que vean a estas águilas disfrazadas de gallinas y que crean que en realidad así son.

No sé qué podemos hacer porque incluso un buen ejemplo no siempre los hace analizar el porqué alguien que no estaba en el camino de la Torá, ahora sí lo está.

Dicen que actualmente casi en cada familia existe un miembro que se ha acercado a la Torá, o un amigo, o alguien conocido. Y aun así parece que algunos no se cuestionan las cosas.

Ahora me doy cuenta que es un privilegio que el Creador de Todo nos diga qué hacer y qué no hacer. Es un orgullo que nos diga con quién podemos casarnos y con quién no, cómo hacerlo y cómo cuidar nuestra relación matrimonial. Es un honor que Hashem Mismo nos diga hasta qué podemos comer y qué no.

Y es que en lugar de verlo como una restricción, es una muestra de mucho amor, de mucha atención personalizada. ¿Acaso los que tienen hijos no son más estrictos (hablando de estrictos me refiero a una disciplina amorosa, no dictatorial) con los propios que con los ajenos? ¿Y por qué? Porque los quieren más y porque quieren hacer de ellos hombres y mujeres de bien.

Lo mismo sucede con Hashem. Él nos muestra más cariño y reglas porque quiere hacernos yehudim de bien. Nos quiere convertir en seres humanos excepcionales aunque en ocasiones no entendamos el porqué de las cosas.

¿Acaso los niños entienden las restricciones por su bien? ¡No! Y aun así los que aman verdaderamente a sus hijos les ponen límites (a pesar de ser más cómodo no hacerlo, ¿verdad?)

Hashem sabe que nosotros podríamos sentirnos más cómodos sin tantas aparentes restricciones o conceptos que no alcanzamos a entender y aun así nos dio Su Torá con todo lo que eso implica. Y lo que implica es el amor más real que podamos conocer.

Pero muchas veces no lo entendemos y no sólo eso, atacamos la Torá y la rechazamos feroz, violenta y sistemáticamente.

Si ni yo misma que recién vislumbro el amor que nos tiene Hashem entiendo todo de lo poco que sé, ¿cómo puedo esperar que esas águilas acostumbradas a vivir como gallinas entiendan el enorme privilegio que tienen?

Debemos rezar por ellos y tratar de que entiendan este concepto que alguna vez leí en TOV: Algo lo consideras obligatorio cuando reconoces la autoridad del que ordena, y privilegio cuando reconoces la grandeza del que sugiere.

Recuerdo también que en alguna ocasión escuché a un yehudí en Israel decir: “La Torá es nuestra ley”. Lo dijo de una manera tan natural, tan convencido que a mí me dio mucho orgullo pertenecer a este Pueblo que tiene una Ley especialmente hecha para mí (y para ti), dictada por Hashem Mismo que me está diciendo qué debo hacer y qué no.

Y si bien no siempre estoy a gusto con lo ordenado, tengo que reconocer la grandeza de quien lo sugiere.

No siempre es sencillo pero al seguir avanzando por este camino de Torá, poco a poco (en mi caso) voy apreciando ese Amor (con mayúscula) que Hashem nos tiene.

Pidámosle a Hashem, roguémosle para que esas gallinas que no lo son, alcancen la independencia emocional y remonten el vuelo en un día cuando las estrellas empiezan a aparecer, y puedan admirar el paisaje que el Creador nos pone en nuestras manos para que elijamos estar donde más nos conviene, y que nunca jamás vuelvan a pisar suelos que no les son propios.

Que con sus alas puedan remontar alturas nunca antes vistas y que su descendencia siempre los acompañen en este vuelo que, iniciado, muy difícilmente tendrá fin.

Que este Pésaj sea el Pésaj de la Redención.

Pésaj Kasher veSameaj.

Sara Adler Milver

Saludos a usted y a toda su gente y que estén todos muy bien.

El pidión haben es uno de los preceptos bíblicos.

Rescatar al hijo primogénito: es el deber religioso de cada hombre del pueblo judío rescatar o redimir a su hijo varón primogénito, de madre israelita, del Cohén, ya que está dicho "redimirás al primogénito del hombre" (Números 18:15). En otro caso, vemos que la Torá define al primogénito como al primero que sale del útero, ya que en la Sidrá Bo dice: "Todo primogénito, todo el que abra el útero entre los israelitas, es Mío" (Éxodo 13:2).

Por esta razón, los Sabios de bendita memoria enseñaron que todo el que nace después de un bebé que nace muerto, o luego de un aborto, debido al cual la madre queda en estado de impureza ritual, no es primogénito para que lo redima el Cohén. Pero si se produce un aborto por el cual la madre no queda en estado de impureza ritual, entonces el bebé que nazca después, sí es primogénito que ha de ser redimido del Cohén. Esta diferenciación aparece en el Tratado Talmúdico de Nidá 21a.

Si estás seguro que tus padres son Israel (no Cohén ni Leví) y que cuando naciste no te hicieron pidión y que fuiste producto del primer parto por vía vaginal (no cesárea) y no hubo abortos tardíos previos, entonces debes buscar un Cohén el cual seguro sea Cohén y hacer la ceremonia de Pidión, ya que esta Mitzvá es independiente a la edad.

Eliyahu Obadia, elemento muy valioso de TOV Internacional, dictó conferencias y un miniseminario en Buenos Aires, Argentina con un gran éxito.

Desde aquí lo felicitamos calurosamente por su gran labor y su gran deseo de compartir nuestros valores únicos que vienen directamente de Hashem.