Sé que recibe muchos mails diariamente y que gracias a D`os se mantiene ocupado contestándolos, pero igual me voy a tomar el atrevimiento de contarle mi pequeña historia.

Cuando mi hermana Judith dejó este mundo en 1995 (hoy se cumplen 4 años), mis padres, a pesar de estar doloridos, decidieron que los planes de la familia debían continuar, así que mi hermano mayor, Mauricio, viajó a Israel como se había pensado desde un principio. Majon era un plan interesante, y sería divertido, pero Mauri nunca hubiera pensado que además de las peulot (actividades), terminaría un mes en la Ieshivá Binián Olam. Cuando regresó a principios del 97 las cosas cambiaron para él.

Ahora me tocaba a mí, el viaje de mi vida: Israel. Paseos, amigos, boliches, etc., pero ¿Ieshivá? ¿Religiosos? ¡Nooo!

De cualquier manera, como soy una persona bastante abierta, comencé a visitar a un amigo de mi hermano, Moshe Mitcha... bueno sí, un nombre con un toque yehudí pero nada más, y vivía en... Bnei Brak... todos los nombres en Israel son “raros”.

Cuando llegué parecía otro mundo. Pasé varios Shabat, Sucot, y un día este señor, que ya era un poco amigo, vino al lugar donde yo vivía en Ierushalaim, y me dijo que venía un tal Betech a dar una conferencia y que yo tenía que llegar en micro. Y así fue, un micro lleno partió a Tel-Aviv, una conferencia grandiosa y un nisaión (prueba) que me esperaba luego que su Maestro el Rab Yaguen me dijo que tenía que ir a la Ieshiva y no a la Tzavá (ejército). El hombre necio no comprende.... me fui a la Tzavá. De cualquier manera comencé a hacer tefilá; cuando volví, mi hermano ya estaba en Buenos Aires y había dejado los estudios de arquitectura para dedicarse de lleno a la Yeshivá. Yo aguanté nada más que 6 meses y dejé todo. A mediados de año viajé a un casamiento en Buenos Aires, pero cuando me quise acordar, mi hermano me había puesto en un micro con destino al Seminario de TOV en Cañuelas, Argentina. Me quedé hasta motzei Shabat, hablé con Rab Yaguen. Me invitó a Monsey y el Rab Opennhaimer me llevó volando al casamiento.

Hoy, cinco personas compartimos Shabat en mi casa, ya tengo 2 tzitzit, al igual que mis amigos, los miércoles nos juntamos a escuchar uno de los 50 cassetes del Rab Maléh, en Shabat leo los comentarios de Internet, y a pesar de que la comunidad aquí es reformista y el ietzer hará crece, no falta vino cosher ni pollo, los cubiertos por su lado, y hasta mi padre no come jamón ni mezcla carne con leche. En el seminario usted me dijo que nos íbamos a contactar para ver cómo me iba, bien creo, pero me quisiera ir a estudiar en estos 2 meses de verano, o más (diciembre, enero, febrero), me da lo mismo Israel o Monsey.

Lo saluda cordialmente P.R.

Buenos Aires 9 de Noviembre de ‘99

Para el Rab Yoseph Yaguen :

Con estas pocas palabras quiero contarles lo feliz que me hizo conocerlo a usted y a toda la gente de TOV. Nos cambió la vida, nos llenó de alegría y de paz interior. Mi esposo y yo no tenemos palabras para agradecer el hermoso y exitoso seminario que dio. A toda la gente que gracias a usted pudo volver en teshubá, incluyéndonos, vamos a estar toda la vida agradecidos.

Fue el fin de semana más rico de nuestras vidas; nos llenó el alma y el corazón. Quedamos encantados con todo lo que nos enseñó y tenemos hambre y sed de aprender más. Hay mucha gente interesada en el próximo seminario que van a dar; la gente pide a gritos saber la verdad. Ustedes saben llegar al alma de los yehudim.

Resumiendo, les voy a contar mi historia para aquéllos que quieran leer esta nota. Desde que conocí al gran Rab Yoseph Yaguen me brotaban las lágrimas de emoción; es un ser especial y me dijo que alguien en el Cielo estaba pidiendo por mí para que yo hiciera teshubá. Yo lo escuchaba. También me dijo que cumpliera Shabbat, tebilá y kosher, y así empecé de a poquito a cumplir y ahora me siento la mujer más feliz del mundo, estoy llena por dentro y por fuera me siento plena; la tebilá me cambió la vida: es lo mejor que pude haber hecho para mí y para mi matrimonio ya que los dos nos sentimos plenos. Hace 7 años que estamos casados y nunca había ido a la tebilá. Gracias al Rab Yaguen que me pidió que fuera.

Empecé a cumplir Shabbat después de conocer al Rab Yaguen, ya no manejo en Shabbat y cumplo como corresponde y me siento elevada ese día... es algo especial, se siente diferente. En la semana cuando estoy muy ocupada sólo pienso en Shabbat, en cuántos días faltan para que llegue, porque ese día es especial... es sagrado.

Empecé a comer kosher y me siento pura de cuerpo y de alma. Si tan solo nos hubieran enseñado nuestros padres a respetar la Torá, pero bueno, gracias a D´os tenemos grandes Rabinos que dan mucho por su gente, que ponen mucho de ellos para que nosotros aprendamos y empecemos a respetar la Torá como dice Hashem.

A todo TOV y especialmente a este extraordinario ser humano, Rab Yaguen, mi familia y yo no tenemos palabras para agradecer todo lo que hicieron por nosotros y por tantos yehudim que sin sus hermosos seminarios nosotros no hubiéramos aprendido las Mitzvot que tanto nos cambiaron la vida para bien.

A todo TOV y a nuestro gran Rab Yoseph Yaguen especialmente, nuestro cariño y afecto de todo corazón.

K y A CH.

Muy estimado Dr. Betech:

En una de sus conferencias, “Las trece cualidades de Rabi Israel Salanter”, se menciona que una de ellas era recibir a toda persona con una expresión facial agradable, siendo esto una manifestación de gentileza.

Usted describe un maasé (una historia), donde un joven estudiante llega por primera vez a una Yeshivá en la cual se siguen los lineamientos de Rabi Salanter y un muchacho lo recibe a la puerta con la mayor amabilidad, preguntándole ¿en qué te puedo ayudar?, con una bonita expresión.

Después de un rato se le acerca otro muchacho preguntándole dónde está su equipaje para ayudarlo a llevarlo a su habitación desinteresadamente. Al rato otra persona le dice que le gustaría ayudarlo en lo que necesite, etc.

Entonces el joven estudiante, se da cuenta que en esa Yeshivá se respiraba un ambiente de total cordialidad.

Dr. Betech, en TOV ocurre algo muy similar, cada que voy o necesito algo, siempre me atienden de un modo que me sorprende y encanta. Ayer por la tarde, a la persona que me contestó el teléfono, sólo le comenté que no había tenido la suerte de encontrar esos casettes y me sorprendió que cuando llegué a la conferencia usted en persona me los entregó.

Lo felicito a usted como a todos sus colegas y colaboradores incluido por supuesto a mi querido Dr. Obadiá Maya que siempre me ayuda en mis dudas espirituales. Gracias por ese ambiente de ayuda, gentileza, sabiduría y Mizvot que los rodea.