Hace aproximadamente 3 años siguiendo el consejo de nuestros Rabanim, decidimos mudarnos del país donde vivíamos. El motivo de nuestra mudanza así como la Hashgajá Pratit que viví junto a mi familia una vez que decidimos emprender tal empresa, bien podría ser el tema de otro artículo, pero no es ésta la ocasión.

Nos mudamos a una ciudad en Estados Unidos donde sabíamos existía un buen ambiente de Torá. Sin embargo a nuestra llegada las condiciones nos obligaron a vivir muy al norte de la misma ciudad a más de 40 km del “barrio ortodoxo” en el que deseábamos vivir. Allí todo parecía bonito: un Kolel, más de 6 “shuls” para todo gusto, lugares de comida kosher, librerías, bibliotecas, shiurim (clases de Torá), ¡wau! Pero como todo comienzo... no fue fácil, la escasez de viviendas en condiciones adecuadas y los precios para aquel entonces hacía casi prohibitiva nuestra mudanza.

Fueron 6 meses difíciles, muy difíciles... la soledad, la falta de mi estudio de Torá diario, mi esposa sin un ambiente adecuado alrededor, los niños –que a pesar de estar para aquel entonces estudiando en una linda yeshivá- no tenían amigos con quien compartir fuera de sus horas de clase.

Yo con mi kipá lucía como un individuo extraño en ese ambiente, lejos de aquel barrio, pese a que también en el lugar donde vivíamos –al norte de la ciudad- la población estaba compuesta por yehudim en gran porcentaje. Por lo general los vecinos me saludaban: “Buenos días Señor Rabino”, por supuesto que esto no me molestaba, pero no hallaba cómo explicarles que el hecho de tener kipá no me hacía Rabino, y que de hecho no lo era.

En nuestras horas “libres”, especialmente tarde en las noches, mi esposa y yo soñábamos con encontrar una casa en ese “barrio” al sur de la ciudad, pero pese a los numerosos vendedores de bienes raíces que trataban de buscarnos un “hogar” al sur, nada surgía.

En Motzaé Shabat solía correr con mi hijo mayor al sur de la ciudad por si acaso podía llegar al kolel los últimos 10 minutos del programa de estudios de “Padres e hijos”. Los domingos eran otra oportunidad para “huir” y hacernos la ilusión que ya vivíamos ahí.

Ocurrió en uno de esos domingos, que al estar en el barrio ortodoxo, al salir de la tienda de libros, de repente vimos las calles inundadas de rabanim, músicos sobre camiones, mucha gente alrededor y en el medio un nuevo Séfer Torá. ¡Sí! ¡Era una Hajnasat Séfer Torá! Todo el vecindario salía a recibir el nuevo Séfer.

Corrimos a la esquina mi esposa y yo junto a los niños para estar lo más cerca posible de él a su paso. El ambiente contagiaba tanto, las caras de alegría, las canciones de Torá, los niños bailando y nosotros “melancólicamente alegres”: alegres por el nuevo Séfer Torá que había sido traído al mundo, alegres por ver a tantos hermanos alegres pero a la vez algo tristes por no ser parte de esa comunidad... aún.

Pude notar cómo mi esposa estaba muy emocionada, algunas lágrimas cayeron, pero no se habló más. En la noche me contó:

“Sabes que hice mucha Tefilá cuando el Séfer pasó al lado nuestro en aquella esquina, le dije a Hashem: Hashem por favor, queremos vivir junto a ese Séfer Torá”.

Pocos días después mi esposa me buscaba: “Recibí una llamada. Hay una casa en alquiler, es muy pequeña y viejita, pero no me importa. ¡Está donde queremos vivir!”

Me llevó directo a visitar la casa, efectivamente estaba justo donde queríamos. Desde allí podíamos caminar al kolel, estaba en nuestro querido vecindario. Sin embargo tuve que disimular, la casa “físicamente” estaba muy lejos de lo que siempre habíamos tenido en mente... pero no dije nada al respecto, me aguanté y le contesté “¡Sí! ¡Está preciosa y en el mejor sitio!” Firmé el contrato y en seguida nos mudamos.

Llegó la primera noche y corrí al Kolel, busqué a uno de los encargados y le dije que necesitaba urgente un jabrutá (compañero de estudio) pues tenía que reiniciar los estudios, a lo que él me contestó: “En estos momentos no va a ser tarea fácil pero veremos qué se puede hacer”. Al día siguiente me presentaba al señor Benjamín –con quien estudio ahora desde hace aproximadamente 3 años-. Muy gentilmente, en nuestra primera reunión de estudios nos invitó a almorzar en Shabbat en su casa, yo accedí y de paso lo invité con su esposa a cenar en nuestro “pequeño y nuevo hogar” el viernes en la noche.

Llegó la cena de Shabbat y yo estaba algo nervioso pues era prácticamente nuestro primer contacto con gente de esta comunidad. No sabía cómo abrir la conversación y fue entonces cuando me pareció interesante contarles de cómo después de tanto esperar, finalmente la Tefilá de mi esposa parecía haber sido respondida en forma automática pues tan pronto pidió vivir cerca de ese nuevo Séfer Torá, Hashem había respondido. En ese momento vi la cara de sorpresa del Sr. Benjamín y la de su esposa. ¿De qué Séfer Torá está usted hablando? ¿Cuándo hizo usted esa Tefilá? Mi esposa les explicó con detalle “... Fue ese domingo, durante la Hajnasat Séfer Torá que recientemente habían llevado a cabo, que le pedí a Hashem que quería vivir cerca de ese Séfer Torá”; el Sr. Benjamín interrumpió su comida para decirnos “Ese Séfer Torá, es mi Séfer Torá y fue el regalo que hice a mi esposa ¡por el 50 aniversario de casados!”

Aquí estábamos todos sentado con lágrimas de alegría en los ojos en plena cena de Shabbat :

Seis meses de espera, tan pronto surge una Tefilá con la fuerza de las lágrimas pidiendo a Hashem vivir junto a ese Séfer Torá y al siguiente Shabbat estamos mudados y cenando en nuestra nueva casa junto a los dueños del Séfer Torá quien además ¡ahora se convertiría en mi compañero de estudios por muchos años!

Sólo puedo decirles que es ése también el Séfer Torá que semanalmente escuchamos y con el que bailamos en Simjat Torá.... “Eli -me gritaba el señor Benjamín la primera noche de Simjat Torá con el Séfer en sus brazos- ven, tómalo y baila con él, éste es nuestro Séfer Torá”.

¿Estamos aprovechando el valor de la Tefilá? Con esa fórmula mágica que Hashem puso en nuestras manos, hay quienes reciben del Shamayim lo que no merecen tan sólo por la Tefilá que hicieron y hay quienes aún esperan por algo que ya está listo para ellos pero que no les es enviado pues aún no han hecho Tefilá para pedirlo (basado en Julín 60b).

Dijo el Rab Jayim Vital que al final de los días, si no podemos pretender que nuestro estudio de Torá tenga el gran nivel de nuestros antepasados, entonces ¿cómo pretendemos elevarnos espiritualmente? Y continuó Rab Jayim Vital: Será por el esmero en nuestra Tefilá.

Recuerda la fórmula mágica cuando hagas Tefilá:

1.- Agradece y alaba a Hashem por todo lo que ya tienes.

2.- Pide lo que deseas.

3.- Y no olvides agregar que sólo si lo que estás pidiendo es bueno ante los ojos de Hashem te sea enviado.

E.O.

Anexo al cassette #28 del Dr. Isaac Betech

1) VERDAD

No hables antes de estar seguro que dices la verdad.

Recuerda, tu reputación depende de decir la verdad.

2) PRONTITUD

Trata de ocuparte siempre haciendo algo útil y bueno.

Concientízate de tus deberes, no te tardes en llevarlos a cabo.

3) DILIGENCIA

Cuando hayas decidido algo, llévalo a cabo sin demora.

Si se te dificulta decidir, pide consejos (no permanezcas confundido).

4) RESPETO

Respeta a todo ser humano, aun cuando esté en desacuerdo contigo o en tu contra.

No olvides que cada ser humano es preciado porque fue creado a imagen de Hashem.

5) TRANQUILIDAD MENTAL

No permitas que cosas pequeñas alteren tu tranquilidad.

Ve todo en perspectiva.

6) GENTILEZA

Sé bondadoso con los demás.

Aun cuando tengas derecho a enojarte con alguien, ¡no te excedas!

7) LIMPIEZA

La Torá exige que nuestras ropas, hogares y calles estén limpios.

Lo más importante: nuestra higiene personal.

8) PACIENCIA

Es imposible no tener problemas.

Esfuérzate en conservar tu paciencia aun cuando te enfrentes a una molestia inesperada.

9) ORDEN

Mantén todo ordenado y en su lugar para que no pierdas tiempo y paciencia.

Realiza todo en forma ordenada y organizada.

10) HUMILDAD

Reconoce tus propios defectos.

No pases por alto las cualidades de tus semejantes.

11) JUSTICIA

Lo que no quisieras que te hagan a ti, no se lo hagas a otro.

Los que aman y practican la justicia tienen la conciencia tranquila.

12) AHORRO (AUSTERIDAD, FRUGALIDAD)

No gastes dinero sino en cosas que te beneficien a ti o a otros.

La persona ahorrativa está económicamente consciente, pero no es avara.

13) SILENCIO

Mucha gente se mete en problemas porque dice cosas que no debió decir.

Si te interesa ser sabio, desarrolla una pasión por el silencio.

como la primera finalidad de nuestra existencia (Shaaré Limud 409).

HORARIOS DE VERANO

Hombres y mujeres:

Antología del Talmud: lunes a jueves de 18:50 a 19:50 hrs. Dr. Isaac Betech

Miniseminarios: conferencias de 2 a 3 hrs. para grupos nuevos, solicitándolas con anticipación.