En este número:

y yo Superchica...

¿Alguna vez pensaron o imaginaron lo maravilloso que sería poder tener poderes como los superhéroes?

Lanzar rayos y fuego, tener una fuerza descomunal, tener rayos X, ser invencible, ser invisible, poder volar, etc.

¿De dónde viene ese deseo? ¿Por qué algunos queremos tener esos poderes? No lo sé. Pero recientemente que me puse a pensar en esto, concluí que esos poderes podrían volverse “realidad” si los tratábamos de internalizar.

Tener Rayos X: podemos tenerlos cuando por ejemplo, vemos o nos presentan alguna persona e inmediatamente queremos juzgarla por su apariencia física o su vestimenta. Ahí es cuando podemos tener el poder de no dejarnos llevar por la primera impresión (que la mayor parte de las veces está equivocada por nuestros valores trastocados) y ver qué es lo que hay en el interior de esa persona. Ver con “rayos X” que esa persona que está frente a nosotros siente igual que nosotros, que tiene sentimientos y quiere que se le dé el mejor trato posible, como nosotros así queremos ser tratados. Rayos X para respetar a toda la gente.

Lanzar rayos y fuego: lanzar fuego para interesar al otro en lo verdaderamente importante que tiene la vida, lanzar rayos de conocimiento para “desequilibrar” a nuestro amigo o conocido y así lograr que se acerquen al judaísmo de la Torá. Lanzar lo mejor de uno mismo cuando nos encontremos en grupo de yehudim o no yehudim y mostrar lo que Hashem espera de nosotros y tratar de ser un ejemplo a seguir.

Ser invencibles: pese a vivir en sociedad no observante, no dejarnos influir por los mensajes constantes que recibimos de que la vida es completa diversión sin límites. Ser invencibles contra las fuerzas externas que nos quieren atraer a una vida que no es de Torá, a valores que no son eternos ni nuestros. Ser invencibles frente a críticas negativas destructivas y sin sentido alguno.

Poder volar: ah... qué maravilla sería poder volar pero sí podemos hacerlo cuando por ejemplo estamos en una situación no adecuada y no podamos salir físicamente de ella, pero nuestra mente sí podrá hacerlo. Cuando alguien nos ofende podemos hacer volar nuestra mente a lo que nuestra Torá nos enseña y tener la conciencia que Hashem nos mandó a esa persona por algo; podemos volar a nuestra Torá cuando estamos inmersos en situaciones sin Torá. Podemos volar con nuestros pensamientos a donde queramos las veces que sean necesarias y no estar atados a situaciones desgastantes. Si alguien nos quiere convencer que el Universo se creó hace millones de años, podemos volar al Conocimiento Verdadero y obtener de ahí la única verdad.

Ser invisible: cuando estamos en un grupo que está hablando lashón hará nos podemos hacer invisibles y no participar de ninguna manera activa. Cuando queramos dar tzedaká también podemos volvernos invisibles si no queremos que nadie se dé cuenta. Podemos ser invisibles cuando queramos hacer el bien de manera anónima, también cuando sabemos que alguien está a punto de contestar una pregunta cuya respuesta también nosotros la sabemos y no decir “Yo también me la sabía” y dejar que la otra persona se sienta bien. Podemos ser invisibles si llegamos a un lugar desordenado y ponemos los libros de Torá, por ejemplo, en su lugar, o llevarnos unas tazas sucias a su lugar. Y podemos ser invisibles cuando por alguna razón queremos llamar la atención y no lo hacemos. La discreción siempre es positiva e invisible.

Poseer una fuerza descomunal: de voluntad, por ejemplo. De querer hablar lashón hará y no hacerlo. De querer juzgar para mal y no hacerlo. Pensar todo el tiempo que nuestra vida tiene un propósito y que Hashem nos está encaminando junto con nuestro libre albedrío, nos da una fuerza interior poderosísima. Lograr dirigir nuestros pensamientos y no hacerlos volar sin ton ni son. De leer o estudiar Torá cuando no tenemos ganas, de no comer algo que se nos antoja sin saber si es Kosher o no.

Trabajar nuestro interior cada día, trabajar nuestros defectos de carácter aunque no siempre tengamos éxito y hacerlo una y otra vez cada día; también podemos poseer una fuerza descomunal interior si a cada momento de nuestra vida o en cada momento o acontecimiento de ella, reflexionamos, concientizamos qué es lo que está sucediendo.

Podemos poseer una fuerza interior descomunal que nos haga sentir más que poderosos cuando anteponemos nuestra razón a nuestros deseos e impulsos inmediatos en cada momento de nuestra vida. ¡Sería maravilloso! Poder también por ejemplo contestar pensando antes a lo que nos dicen o preguntan y no decir lo primero que se nos viene a la mente y a la boca. No reaccionar instintivamente, no ser personas reactivas y sí ser personas asertivas que pueden pensar antes de hablar o reaccionar. El poder medir las consecuencias de nuestros actos nos daría una fuerza única.

¿Quién no querría tener esa fuerza?

¿Poderes? Nosotros podemos ser poseedores de enormes poderes. Únicamente hay que darnos cuenta que Hashem nos regaló esa posibilidad. ¿Que no es fácil? Cierto. Muchas veces incluso es muy difícil pero si logramos trabajar estos poderes y otros más durante toda nuestra vida, créanme que seríamos mucho más poderosos y trascenderíamos mucho más que Superchica o Superman para la eternidad.

Sara Adler Milver

Queridos Amigos:

Aprovecho la oportunidad para saludarlos, espero que todo esté bien Beezrat Hashem.

Quiero compartir algo impresionante que sucedió en mi oficina el viernes antes de Shabbat.

En la oficina cualquier día de semana el personal se queda hasta cualquier hora de la noche, ya sea poniéndose al día o adelantando trabajo para el día siguiente, pero los viernes todos saben que tienen que salir entre 5:00 y 5:30 PM a más tardar.

La señorita que factura se quedó sin permiso ese viernes (por primera vez) facturando hasta después de la hora pautada, a las 7:00 PM se desapareció el programa de su menú, ella apagó y prendió el computador y no aparecía ni siquiera el icono del programa, después intentó varias veces apagando y prendiendo sin ningún resultado.

Cuando llegó el lunes, preocupada llamó al técnico porque pensó que se había dañado el programa y mientras lo llamaba prendió el computador y para su sorpresa estaba el programa en su sitio y sin problemas; el técnico dice que no tiene idea de lo que sucedió.

Agradezco a Boré Olam por haberme cuidado y haber enviado ese mensaje.

Shalom.

M. Ch.

Estimado y querido Rab Betech:

Quiero resaltar un hecho que nos ocurrió en Ceuta, España que merece ser leído.

Mi hija acaba de terminar sus estudios y en España es necesario antes de entrar a la Universidad hacer un gran examen que se llama Selectividad y se hace en la misma ciudad donde estudió. Este examen según la nota, le da acceso a distintas carreras universitarias, por lo tanto se toman mucho interés en sacar la máxima nota. Al citado examen de selectividad, se presentan todos los alumnos que hayan terminado de todos los colegios de su ciudad y durante 3 ó 4 días de examen.

Llegado el día del examen, casi 200 alumnos, en el caso de nuestra ciudad Ceuta se presentaron 2 judíos, una es mi hija y otra es una amiga.

En la parte alta del examen tienen que poner su nombre y acto seguido un poco más abajo los controladores del examen colocan un código de barras para que después cuando terminen el examen, corten el nombre que contrastan con el Carnet o Pasaporte y dejan solamente el código de Barras para el examinador de otra ciudad que es quien corrige para así no tener influencia sobre alumnos, amigos, etc.

Mi hija comienza el examen colocando su nombre y sin darse cuenta y por costumbre coloca las de B.H. (Beezrat Hashem: con la ayuda de Hashem). Llegado el 3er. día de examen, un examinador que suele pasar por las bancas de los alumnos se fija en el examen de mi hija y le pregunta que eso qué es, mi hija le contesta que es con la ayuda de Hashem, no le convence y le dice a mi hija que le pueden invalidar el examen. En ese momento mi hija se pone muy nerviosa porque ve que han pasado casi 3 días de exámenes donde ella fue colocando B.H. en todos los exámenes y rompe en llantos.

Al terminar el citado examen ella le pregunta al examinador lo sucedido y le contesta que eso puede ser una marca o una señal para el que corrige, que posiblemente pudiera ser amigo nuestro para que la apruebe con buena nota.

Al día siguiente me dirijo a ver al secretario de los exámenes y resumiendo me dice que está prohibido poner alguna marca identificativa e incluso escribir con bolígrafo rojo y que todos los alumnos lo saben, y que además hay jurisprudencia de muchos casos que suspendieron por mucho menos que esto.

Yo le explico que somos judíos y que acostumbramos poner esto es nuestros escritos etc., a lo que contestó que él creía que se iba a invalidar el examen aunque él no es el que corrige y me recomienda que no me dirija a los corregidores que son de otra ciudad porque podría entonces crear más sospechas aún.

Decido dejar el tema y no reclamar y esperar los resultados pasados 7 días del último examen.

Efectivamente al séptimo día nos comunican las notas y Baruj Hashem consigue una alta nota 8.50 sobre 10 lo que le da opción para estudiar cualquier carrera en España.

Observaciones: Cuando le dijo a mi hija que “B.H.” era una señal y que el corregidor posiblemente pudiera ser amigo, el examinador no sabía que Hashem es un Buen Amigo nuestro y es Él Quien corrige todo en este mundo.

Por otro lado, mi hija no tiene intenciones de estudiar ninguna carrera en España y viaja a Israel para seguir sus estudios compartidos en un Bet-Yaacob.

¡Gracias Baruj Hashem por todo!

Yosef Benchimol / Ceuta / España

Nuestra experiencia ha demostrado que una actitud positiva sin enojo, hace que tarde o temprano tu mamá, en este caso, decida Beezrat Hashem separar como lo marca nuestra halajá las vajillas.

Inicia este plan un tiempo y comparte si gustas con nosotros los resultados. Recuerda que se necesita de un tiempo para este proceso de cambio.

Y Beezrat Hashem puede que no tarde por tu respeto a padres y hermana. Esa percepción de respeto de tu parte hará, con la ayuda de Hashem, que se conmuevan y quizá decidir a hacer algunos cambios para el beneficio de toda la familia.